martes, 15 de abril de 2014

Capítulo 14: El Sheldon Cooper del Fútbol

Desde que me enteré que Iniesta iba a jugar en River supe que tenía que conocerlo. Ya les dije, no era exactamente el tipo  de hombre que me gustaban, a mi me gustaban los Viggos Mortensen y él era más bien Frodo, pero había algo que me atraía, aunque no sabía exactamente qué.

Parecía talentoso, inteligente, obsesivo, pero gracioso, inofensivo en su obsesión, un Sheldon Cooper del Fútbol.

Yo no le echaba la culpa de las derrotas, al contrario, me parecía el único del equipo que intentaba algo diferente, pero lo veía si,  falto de confianza. “Ese chico necesita una chica” solemos pensar las chicas, prescribiendo nuestro propio medicamento, en el caso de Iniesta no se si una chica, pero se notaba a lo lejos que necesitaba a alguien, se lo veía solo, triste, sin contención.

Cuando me enteré que Marcelo era su amigo supuse que lo conocería pronto. Iba todas las noches a Esperanto a aguardarlo. Marcelo lo invitaba, pero nunca llegaba.

Le insistí varias veces para que me llevará a conocerlo personalmente a su departamento, lo soborné con todo lo que tuve a mi alcance, pero me decía que Iniesta era muy obsesivo, muy quisquilloso, que se volvía loco si tocabas algo, si se te caía una miga en el piso, si te veía tierra en la zapatillas,  y apenas lo dejaba entrar a él, su mejor amigo en Argentina, de vez en cuando, un desconocido lo hubiera vuelto loco.

Ya me estaba dando por vencida, cosa que no pasa muy a menudo, hasta que recordé que tenía un amigo viviendo en el mismo edificio que Iniesta, en la Torre de San Telmo.

Juanchi era el hijo de un político muy conocido y era compañero mío en la UADE.  La UADE era Una Universidad Privada, lo suficientemente cara como para que no se anotara cualquiera y lo suficientemente barata como para que no tuviéramos que estudiar demasiado.

Alto, pero no ridículamente alto, musculoso, pero no de anabólicos, carilindo, pero no delicado, masculino. El primer año de la Facu había estado perdidamente enamorada de Juanchi. Nos sentábamos juntos en clase, conversábamos en los recreos, nos juntábamos para estudiar, tomábamos mate y me encantaba verlo comer, fumar, observar esos enormes ojos grises, esa barba desprolija de pocos días, me imaginaba como iban a salir nuestros hijos, pero al final no hubo hijos, ni hubo nada, era Gay. Menos mal, estuve semanas pensando que no le gustaba, que le parecía fea, pero no, “Me casaría con vos, sos una diosa, si me gustaran las mujeres”. Por un momento me preocupé.

“Iniesta, ¿Qué Iniesta?, a ver mandame una foto por Whatups. Ah, El Galleguito, es muy lindo, pero olvidate de comértelo, este es para mí es gay”.Los Gays siempre creen que todos son Gays, los heterosexuales también, a lo mejor todos son Gays.

“Me lo cruzo en el GYM todos días,  llega a las 5 de la tarde, hace 1 horita de bici o cinta, abdominales y se va. Se ve que quiere endurecer la colita, no sabes las piernas que tiene. Lástima que está casi pelado”.
“Es el exceso de testosterona”
“Lo tenemos que ordeñar entonces”

Iniesta era si el tipo ideal para Juanchi. Lo había visto varias veces salir de Amerika o algún otro boliche gay con chicos parecidos: flaquitos, delicados, hipsters o alternativos, a veces roqueros. All stars, jean chupines negros, remera de algún grupo famoso en New York con letras blancas enormes, anteojos o sombrero llamativo. Lamentablemente no le duraban nada, él buscaba un “chongo” y ellos también, la culpa no era de Los Iniestas, era de Juanchi por ser un Cordero Disfrazado de Lobo.

“Bueno Juanchi, vamos a conocerlo y de paso levantamos un poco los glúteos, si es gay te lo quedas vos, si es hetero se lo queda mamá” “Es un trato Dear!”.

Juanchi y yo empezamos a ir de Lunes a Viernes a la 5 de la tarde al Gimnasio de la Torre para cruzarnos con Iniesta y tratar de conocerlo. Pronto no dimos cuenta que ir los martes y miércoles no tenía sentido. Esos días transmitían La Champions League, una Especie de Copa Libertadores de Europa, aunque claro, con equipos y jugadores de menor nivel, que a Iniesta le fascinaba.

Ni siquiera notaba nuestra presencia esos días, no sacaba la mirada del televisor ni un segundo. “¿Ese es Van Nistelrooy?” decía yo en voz alta, tratando de que Iniesta me contestara, pero nada, y seguía corriendo en Pantalla El Holandes que tantas alegrías me había dado con la camiseta de River cuando era chica y mi viejo me empezó a llevarme a la cancha.

Yo pensaba que se había retirado hacía años, luego de su paso por Banfield, pero en Europa se ve que seguía siendo importante o al menos eso decía la leyenda impresa en pantalla con sus estadísticas, 6 goles en 5 partidos.

No sé si Iniesta veía esos partidos con nostalgia, deseando estar ahí o por el contrario lo asustaba la posibilidad de tener que volver, como el ex convicto en libertad condicional le teme a la cárcel y lo usaba de estimulo para entrenar,  pero esos partidos lo hipnotizaban.

El martes y el miércoles no, pero los lunes, jueves y viernes estábamos ahí. Yo con mis calzas blancas, mi tanga minúscula y el top rosa  PUMA y Juanchi con su musculosa Gold’s Gym de tiras finitas y sus pantalones militares verde oliva.

Los dos nos poníamos a hacer Gimnasia mirando a Iniesta, con el mínimo decoro posible, como para que él eligiera, ¿Truco o treta? Pero para él no era Hallowen y aparentemente no tenía interés en nada de eso.

Habían transcurrido  varias semanas, ya estaba perdiendo la esperanza, Juanchi quería abandonarme, cuando un tarde, mientras hacía sentadillas frente a Iniesta, entra Marcelo y lo saluda. Marcelo me ve y mientras sonríe dice “Que casualidad, Vicky, mira donde te vengo a encontrar!!!!, vení que te presento a Iniesta”.

Y nos quedamos hablando y después subimos a lo de Juanchi a tomar cerveza y seguir contando historias.
Juanchi, Marcelo y yo hablábamos sin parar, nos poníamos al día con los chismes de la Fauna noctámbula de Buenos Aires, hablábamos mal de todos sus personajes excepto de nosotros.

Iniesta nos miraba sin emitir sonido, no parecía aburrido, al contrario, se sentía cómodo siendo invisible, feliz descubriendo ese universo tan ajeno, en medio de relatos inverosímiles superpuestos y frondosas carcajadas.

Creo que le hacía acordar a las fiestas familiares, rodeado de mujeres hablando de las aventuras de la libertina del pueblo o de la orientación sexual del soltero de la cuadra que a los 40 seguía viviendo con su madre.

Por momentos parecía ajeno, pérdido, como que con su imaginación se iba a otro lado. Andrés era un Fantasioso y un Voyerista.

Cerca de las 12 Iniesta bajó a su departamento a descansar. Marcelo y Juanchi se quedaron burlándose de mi “Mira que sos insistente, te dije que no te lo quería presentar”, “Sos más cargosa que Mascherano”, “Pobre chico, con esa cara de inocente, no sabe lo que le espera”.

Desde entonces comencé a acercarme a Iniesta en Gimnasio. Ya no iba con Juanchi sino sola, por si él prefería que no hubiera testigo. Trataba de arrimarme cuando estaba aburrido, de no interrumpirlo con sus partidos de Champions o sus rutinas.

Me acercaba casi siempre cuando andaba en bicicleta y le hablaba poniéndole la mano en el hombro o rozándolo con la botella de agua fría, mientras le tocaba el pelo.

Le preguntaba por dietas, rutinas, le decía que necesitaba el consejo de un gran deportista, le levantaba la autoestima y le dejaba la puerta abierta para que él me elogiara a mí, para que me sedujera, para que me dijera que no lo necesitaba, que estaba muy bien así y que bla, bla, bla, bla, bla.

Al principio solo hablaba yo, pero poco a poco Iniesta se fue animando, entrando en confianza. Hasta que llegó su primera confidencia seria y mientras elongabamos me contó angustiado lo mal que le caía el asado o como se sentía observado por sus compañeros, en especial por Mascherano. 

Yo lo escuché sin emitir sonido. Fueron minutos asintiendo con la cabeza.

Dicen que existen ojos del clima, iris que cambian del color según llueva, este nublado o salga el sol. Los míos deben ser los ojos del ánimo entonces, siempre me elogian que son muy expresivos, que reflejan el estado del alma del interlocutor, que cambian con el ritmo de las historias.

Cuando se terminó de desahogar, cuando se quedó sin palabras, Iniesta sintió que se había sacado un peso de encima. Se sentía feliz, me quería dar las gracias, pero en cambio se sonrojo.

Sentí que para Él había sido una situación muy intima.  Tal vez ya había tenido sexo en la Argentina, tal vez no, pero parecía ser la primera vez desde que había llegado que alguien lo entendía y lo contenía.

Le acaricié la cabeza, el me miró las tetas, tenía puesta una medallita de la virgen que se perdía en medio de mis pechos y enseguida subió la mirada. Le sonreí, me fui. Iniesta se quedó allí con la frente cubierta de sudor 30 min, hasta que se le pasó la erección.

4 comentarios:

  1. Quien carajo es Sheldon Cooper? Ahi lo google pero igual sigo sin saber quien es jajaja

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    1. Y es una especie de Stephen Hawking con movilidad y mucha autoestima. Un super super nerd. Un Anteojito Pedante y en la Vida Real. Un Cientifico de una serie Yanquie.

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  2. Ah, de una serie Yanqui, con razon no lo conocia

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  3. Impresionante lo de Vicky, tengo varias amigas que piensan asi. Menos mal que no se lo cruzaron a Iniesta.

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