martes, 22 de abril de 2014

Capítulo 17: ¿Iniesta-Litico?

Habíamos estado saliendo durante semanas, pero creo que  me di cuenta que era la novia de Iniesta el día posterior al partido contra San Lorenzo.

Andrés nunca tenía sexo después de jugar ganara o perdiera. Decía no sé que cosa del ácido láctico y los desgarros. Yo veía sus piernas, lampiñas, fibrosas, pero tan flaquitas, que me parecía un milagro siquiera que pudiera correr.
Los días de partido hablábamos por teléfono, pero poco. Era difícil sacarle una palabra a Iniesta en vivo, imagínense sin poder mirarlo a los ojos.

Además Andy tenía un largo ritual luego de los encuentros: Elongaba, se bañaba, comía un alimento rico en hidratos de carbono, daba entrevistas, volvía a su casa, comía un alimento otra vez rico, pero en proteínas, 30 minutos de bicicleta fija pasando por todas las frecuencias, volvía a elongar, se bañaba de nuevo (porque para él bañarse en un baño ajeno, como el del vestuario no era bañarse) y recién allí estaba libre para hablar, pero primero no hablaba conmigo sino con su madre.

Iniesta le daba prioridad a su madre, por la diferencia horaria. Sabía que a ella le gustaba irse a la cama bien temprano y a veces no podía llamarla antes de la 1 o 2 de la madrugada Española. De vez en cuando la madre no contestaba porque se había dormido sobre el teléfono o se quedaba dormida mientras conversaba.

El día del partido contra San Lorenzo la madre lo atendió inmediatamente, se escuchaban ruidos del otro lado del teléfono, parecía estar rodeada de decenas de personas, la madre le enviaba a Iniesta los saludos de todos ellos.

Iniesta  estaba feliz luego de tantos malos partidos y ante tanta expectativa previa, tenía miedo de estar avergonzando a su familia y muy particularmente a su madre. Sabía que esos fanáticos que estaban con ella en la sala y ahora lo felicitaban, serían los primeros en tirarle tomates podridos si alguna vez estaba en la picota, en murmurar detrás de su madre cuando fueran a hacer las compras al mercado. El fanatismo también es una forma de envidia, que como toda envidia genera resentimiento.

La Madre también estaba muy contenta, quería que Iniesta se sacara esa mochila de encima, que dejara de vivir tan preocupado, tenía miedo de que se muriera joven de un infarto , como su padre, a ella jamás iba a decepcionarla, no le importaba realmente lo que dijeran los vecinos, que su hijo no fuera feliz era lo único que la inquietaba.

Después del partido con  San Lorenzo, recién nos volvimos a ver en el gimnasio de la Torre al día siguiente.

Iniesta estaba contento, pero no desbordante de alegría, sino más bien pleno de confianza.

Tenía esa mirada picara, seductora, de Protagonista de publicidad de perfume, que se toma su tiempo para detectar a su presa, que mira con sus ojos hipnóticos, sabiendo que ninguna podrá resistirse al oler su fragancia.

Estaba interesado pero no desesperado. Las mujeres olemos la desesperación, la falta de sexo, la necesidad de “ponerla”, eso no nos gusta, pero queremos ver interés. A veces los hombres dejan de lado  el interés, para no parecer desesperados, evitan mirarnos el escote, el culo, evitan desearnos, eso tampoco funciona,los que hacen eso suelen ser los más desesperados.

Ese día Iniesta se había transformado en un macho alfa, transmitía como nunca una energía sexual muy poderosa.

Creo que no había pasado 1 minuto y ya estábamos cogiendo. Era la primera vez que lo veía actuar así, como un animal, me tiró contra el ventanal y enseguida empezamos a besarnos.

No me bajó la bombacha, siempre esperaba a que yo lo haga. Yo quería que me la arrancara o que me la corriera incapaz de contenerse. Que me la dejara puesta en una posición incómoda mientras me penetraba, con el elástico apretándome la piel, mezclando el dolor y el placer.

Ese lunes posterior al partido contra San Lorenzo, el de las 20 pelotas recuperadas, tuvimos el mejor sexo que yo recuerde. En general el sexo con Iniesta estaba bien, pero le faltaba algo. A mí me gusta el sexo un poco violento, no con golpes, pero si con algún chirlo, tirón de pelo, mordisco, incluso insulto. El no me agarraba el culo como los hombres Argentinos. Yo le bajaba las manos tratando de que lo hiciera, pero él termina subiéndolas, acariciándome la cintura o las dejaba ahí, pero casi sin usarlas. Y subía a las tetas, las tetas le fascinaban, pero no para manosearlas desaforadamente,  como hacen los hombres acá, él más bien las contenía para que no se caigan y cada tanto darles un beso.

Iniesta era algo pequeño, menudito, extrañaba tener encima a alguien más pesado, incluso gordo, a alguien que me comprimiera con su peso, a alguien de quien sintiera que una vez que estuviera encima mío no me iba a poder librar por más que me resistiera, a alguien quien pudiera someterme. Pero no se crean que todo era malo, teníamos sexo bastante seguido y si bien no era una cosa de locos, cumplía, no me podía quejar.

Cualquier chica me hubiera envidiado, tenía un novio joven, famoso, millonario y con acento español. Era 95 % perfecto, pero yo quería que fuera un poco más como Brolin, un poco más “Vikingo” de vez en cuando, como aquella vez luego del partido con San Lorenzo.

-o-

Después del Gimnasio seguimos en su Departamento, nos bañamos y fuimos a tomar algo a lo de Juanchi.

Juanchi había estado en Miami unos días y se había traído una valija repleta de ropa nueva. Supuestamente era la ropa que se iba a usar acá en el verano siguiente, aunque apenas si hacía más de 0 °C todavía. Por suerte el departamento tenía calefacción central, losa radiante y Juanchi desfilaba en short y remera sin sentir frío.

Juanchi no usaba ropa formal, salvo cuando se tenía que disfrazar de oficinista para ir a algún after office, él prefería marcas como Abercrombie, Hollister, Tommy, mucho Denim, muchas letras grandes, muchos colores.

Juanchi nos mostraba como los jeans le calzaban perfectos atrás y la entrepiernas y no le hacían pliegos. Yo le miraba el culo, era mejor que el mío, que hijo de puta, ¿Cómo hacía?. “Este pantalón si lo queres comprar acá te sale una fortuna” repetía orgulloso de todo lo que había ahorrado.

“¿No te gusta?” le pregunté a Andy, tratando de sumarlo a la charla y de paso ver si lo convencía para que cambiara  un poco su guardarropa deportivo Adidas, por algo con más onda, pero él no parecía interesado, tampoco estaba tan aburrido como siempre, pero seguía en su mundo, feliz con su última actuación, mientras en la tele seguía de reojo un programa Deportivo, en donde se mostraba cada uno de sus 20 robos de pelota.

Tocaron la puerta, era el padre de Juanchi, Carlos. Carlos era Senador, pero no un Senador más, era un Senador muy importante, jefe de su bancada, de esos que deciden como y que votar en el Congreso.

Carlos era alto, gordo, pero más que gordo panzón. Vestía trajes negros, camisas blancas con gemelos y llevaba la corbata siempre desajustada. Transpiraba mucho, aún cuando hacía frío o se sacaba el saco, el olor de su sudor se mezclaba con el fuerte perfume Polo de Pino que usaba, creando un aroma que hacía imposible que algún insecto lo picara. Parecía el tío borracho de los cumpleaños de 15, que a las 3 de la mañana se suma al Carnaval Carioca. Le encantaba gritar, discutir, dar consejos, te hablaba a 2 cm de la cara con su particular voz grave y no le importarba salpicarte con saliva.

Al entrar a una habitación, si había una botella de Whisky, Carlos la divisaba y se servía un vaso, sin pedir permiso, luego de aflojarse un poco más la corbata. Así como alguna vez El Vaticano puso todas las fuentes de agua de Roma a disposición de los Pelegrinos, Carlos pensaba que cualquier persona que padecía stress tenía derecho a una o dos medidas de Scotch gratis y sin invitación.

Carlos siempre iba acompañado de un chico de unos 30 años al que le decía Cachito. Chomba de pique, jeans y mocasines, Cachito llevaba varios celulares que sonaban todo el tiempo con mensajes para el Senador. Carlos casi nunca hablaba directamente con nadie sino a través de él. “Dice que necesitan la plata” “Decile que la van a tener recién el lunes”, “Dice que la van a tener recién el lunes”. Cachito también tenía un cuaderno donde anotaba cosas, su letra era indescifrable, parecía escrita en otro idioma, como la de un médico o la de un corredor de quiniela.

Carlos hizo un saludo general y luego de servirse Whisky observó, uno por uno, a todos en la habitación.

“Uy, mira quien está acá, Iniesta, Iniestarano! Pibe, ¿Sabes quién soy yo?”, “¿Le dijeron quien era yo?”.  Carlos enseguida se presentó, le contó que el pertenecía a uno de los dos partidos fuertes de la ciudad, al de derecha (el dijo SocioLiberal o algo así) y que también manejaban los destinos de River, desde el Presidente hasta el último empleado de limpieza. “Si te puedo ayudar en algo llamame, acá tenes mi tarjeta, cualquier cosa hablas conmigo o con Cachito y en lo que podamos te vamos a dar una mano. Y capaz, ¿Viste como es?, un día te llamamos para que vos nos des una mano a nosotros, con algún acto políticos, pero no te preocupes que no son actos políticos, en realidad son más bien reuniones sociales, eventos. Lo que nos interesaría es tener a alguien como vos, joven, inteligente, buen pibe, que viene de un país tan avanzado, de la Alemania del Mediterráneo, que nos diga que vamos por el buen camino. Porque vos no conocías la ciudad antes ¿No? No sabes lo que cambió y lo que va a cambiar, si nos dejan, porque siempre hay gente que pone palos en la rueda. ¿Viste los pibitos de enfrente? Los de gorrita, los que están todo el día drogandose, esos seguro que votan a la contra. Nos destruyen los tachos, las bicisendas, si venís de noche te roban, eso seguro en Madrid no pasa” “Yo no vivo en Madrid” “Bueno, en Barcelona, es lo mismo. ¿Pero me entendes no?, metete en nuestra página, fijate nuestras ideas, nuestras propuestas, vos podes hacer una carrera de 10-15 años acá en River tranquilamente, podes ser ídolo, nosotros te vamos a ayudar, pero no vas a querer una ciudad llena de Zoombies”.

5 comentarios:

  1. Me pregunto porque Iniesta incursionaría en Política y no puedo dejar de notar al padre trabajador que murió de un infarto. El padre tranquilamente pudo haber sido delagado sindical del Partido Obrero. En ese contexto no puedo dejar de pensar que va a hacer Iniesta, si traicionar la lucha sindical de su padre y unirse al SociaLiberalismo del PRO para vivir como un Burges con o ir por todo en la lucha de clases y recordar de donde viene. Se pone interesante la cosa.

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    1. Te banco Cora, me encantan tus análisis, pero mira que esta no pretende ser una historia política, te lo digo para que no te decepciones y me tires una Molotov.

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    2. No te preocupes Marcelo, además quieras o no todo es político

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